lunes, 22 de noviembre de 2010

Elektra Asesina de Frank Miller y Bill Sienkiewicz.

Dos genios y un destino, y es que Elektra Asesina, tras Daredevil Love and War volvía a unir los destinos de Frank Miller y Bill Sienkiewicz, y de ahí solo podía salir magia.

Pocas veces una obra meramente alimenticia (“la serie de Elektra era un trabajo que tanto Frank como yo hacíamos para pagar las facturas” Sienkiewicz dixit) se había tornado en obra maestra, pocas veces una obra de planteamientos tan aparentemente simples (el bien contra el mal) había derivado hacía tan complejas e interesantes reflexiones; y es que Elektra Asesina es un comic distinto, y los es de muchas maneras, para empezar al ser editado en forma de miniserie de ocho números bajo el sello Epic, permite a sus autores una libertad creativa que además facilita el sacar el comic de la continuidad (continuidad en la que años más tarde la obra sería integrada “gracias” al trabajo de D.G. Chichester en la saga Caída del Paraíso), continuidad que en lugar de ser una pesada carga, es usada y reinterpretada en beneficio de la obra, es diferente también por su dibujo; Bill Sienkiewicz no es un dibujante cualquiera, su ecléctico estilo, capaz de incorporar elementos de las artes plásticas a su dibujo, sin que la narratividad o la espectacularidad se resienta, hacen de Sienki (permítanme el diminutivo por aquello de abreviar) un dibujante, especial, distinto, casi mágico y convierten sus comics en una belleza visual por si mismos, independientemente del guión, guión que en esta caso esta a la altura de las circunstancias y que además plantea un elemento diferenciador, y es que Miller que siempre había pensado que su personaje no podía por si misma protagonizar un comic, se contradice en esta obra demostrando que si es posible....pero solo si lo hace él, y es que la Elektra que nos muestra Miller, manipuladora, poderosamente sexual, casi muda, fuerte y sin dudas, es un personaje concebido a su medida y casi imposible de manejar siendo fiel a su esencia por alguien que no sea él mismo.

La obra parte de un planteamiento bastante sencillo a priori, como casi todas las obras de Miller la situación parece reducirse a un maniqueo enfrentamiento entre el bien y el mal, pero como casi siempre las cosas son al final mucho más complejas; por un lado ese supuesto “bien” esta representado por una asesina sin escrúpulos y con poco sentido de la moralidad, que no duda en asesinar a quien haga falta con tal de conseguir sus objetivos (“nadie es inocente” ), a la par que manipula mental y sexualmente a un agente de S.H.I.E.L.D convertido en mera marioneta de sus deseos, por su lado el “mal” esta formalmente representado por el candidato demócrata a las elecciones, guapo, inteligente, carismático.... se trata en realidad de una mera marioneta en manos de La Bestia, el poderoso demonio al que la milenaria secta de La Mano lleva sirviendo desde el principio, su objetivo, usar el arsenal atómico de los USA para acabar con toda “la carne” que mancha y pudre lo que considera su mundo.

Detrás de este planteamiento, Elektra Asesina esconde muchas cosas, y en muchos aspectos lo podemos considerar una especie de año uno de la asesina; como ocurre en muchas de la obras de Miller, la relación paterno-filial y la visión de Miller de la familia a medio camino entre institución castrante de la propia individualidad y refugio del mundo exterior, encuentran su claro reflejo en la obra, siendo además Elektra un personaje ideal para ello, Miller nos muestra el nacimiento de Elektra de una madre asesinada a tiros, y el sobreprotector cariño de un padre del que se insinúan abusos sexuales, una Elektra siempre dependiente de una figura paterna, que solo con el amor de Matt encontró la posibilidad de trazar otro camino en su vida, sin embargo lo que pudo ser un punto y aparte se convirtió en un mero paréntesis cuando el padre de Elektra es asesinado antes sus ojos, su destino parece ineludible, y tras fracasar en su intento de formar parte de La Casta (donde pese al maltrato verbal y físico a que es sometida, ve en Stick una nueva figura paterna) cae en las redes de La Mano donde vuelve a encontrara una poderosa figura masculina en el Jonin, el líder de la peligrosa secta, sin embargo ahora si conseguirá rebelarse contra su propio “padre” y adoptar su propio camino, que en esta caso pasara entre cosas por destruir al máximo sus intereses.

Conocido así (o mas bien ampliado y matizado) el pasado de Elektra, nos encontramos ahora con un personaje poderoso, seguro de si mismo y de sus capacidades, un personaje con el que resulta difícil empatizar, lo que trae consigo que a lo largo de la obra la figura de Garret (el agente de S.H.I.E.L.D manipulado hasta el extremo por Elektra), se convierte si no en la voz del lector en la obra, si en su narrador, viendo la historia a través de sus ojos y entendiendo (o no) a Elektra a través de su figura, y es que Elektra aparece como algo lejano, una diosa a la que mirar de lejos en una peligrosa mezcla de deseo y terror, que hacen de ella un personaje tan difícil de escribir que nadie salvo Miller ha podido hacerlo realmente (la Elektra que vemos hoy, poco, muy poco tiene que ver con esta Elektra).

Cuenta Elektra Asesina además, con el tradicional discurso antipolítico de Miller, con un candidato demócrata, que más allá de la manipulación demoníaca, es presentado con un débil y políticamente correcto charlatán, y un Reagan (una de las obsesiones de Miller en la época) cruelmente caricaturizado tanto en forma como en fondo, una caricatura a al que contribuye el brutal trabajo de Sienki, que nos lo muestra casi como un monstruo, siendo su cara una especie de reflejo de su propia alma, y hablando de Sienki, si Elektra Asesina ha trascendido un paso más allá y ha conseguido formar parte de ese imaginario Olimpo de los Comics, se debe en gran medida a labor de un ilustrador que como se señala más arriba consigue convertir este comic, en algo diferente, su labor que va desde lo simbólico (Ken Wind, candidato demócrata, representado siempre en blanco y negro, siempre con la misma cara sonriente, Ronald Reagan, presidente republicano representado en color y deformado hasta el extremo), hasta lo espectacular (con una Elektra bellísima y lejana, potenciando ese aspecto que Miller quiere transmitir), haciendo de Elektra Asesina un comic sobresaliente.

A parte de todo lo mencionado podemos encontrar muchos más detalles o reflexiones en la páginas de un comic que lejos de lo que sucede hoy en día proporciona mucho tiempo de lectura y reflexión, sin embargo, sin querer extendernos más allá, estos puntos tratado son los que más nos llaman la atención de una obra que admite muchos más matices y reflexiones, un comic en fin que merece la pena leer y releer, ganado fuerza con cada relectura, matiz este último que marca sin duda su inclusión entre los grandes comics del género o incluso más allá, su inclusión entre los grandes comics sin más.

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