Junto con la de Elektra, esta es la segunda miniserie de cinco números dedicada a un personaje relacionado con el universo de Daredevil y ambientada en el Reinado Oscuro de Norman Osborn.
Al igual que en caso de Elektra antes de entrar en materia conviene contextualizar un poco las cosas para comprender mejor el estatus con el que Bullseye encara esta miniserie; tras el final de Civil War, y ante la ambigüedad moral que se instalo en las fuerzas de seguridad de los EEUU, Norman Osborn fue rehabilitado, y se le puso al frente de los Thunderbolts, grupo que hasta entonces había estado compuesto fundamentalmente por ex-villanos en permanente intento de redención, con Osborn al frente los Thunderbolts se convirtieron en caza-héroe, persiguiendo a todos aquellos superhéroes que se negaban a facilitar su identidad al gobierno y a entrar a formar parte de su programa superhéroico (La Iniciativa), entre los miembros de los Thunderbolts, ocultos a los ojos del público estaban algunos de los villanos más peligrosos de la Tierra, gente como Veneno...o como Bullseye.
Con la promesa de una suculenta paga y la exoneración de sus crímenes a cambio de un año de servicio, Bullseye se convirtió en un destacado miembro de los Thunderbolts de Osborn y en pieza clave para que este se mantuviera en su puesto, por eso, tras el fin de la Invasión Secreta y con Osborn al frente del cotarro, Bullseye fue uno de los invitados por el antiguo Duende Verde para convertirse en uno de sus vengadores...ocultando su identidad bajo la máscara de uno de los Vengadores más importantes de siempre: Ojo de Halcón.
En este contexto se sitúa la miniserie de cinco números, Dark Reign: Hawkeye, recopilada en España por Panini en tan solo dos grapas y que cuenta con los guiones del británico Andy Diggle, actual guionista de Daredevil y los lápices de Tom Raney (Aniquilación Conquista), excepto en su quinto y último número, salido en los USA con varios meses de retraso, y en el que Diggle conto con la colaboración en los guiones del semi desconocido Antony Johnson, mientras que Raney, ocupado en una miniserie sobre el origen de la Viuda Negra, es sustituido por otro ilustre desconocido, Andrés Guinaldo.
Ante una miniserie así uno tal vez podría esperar un enfrentamiento entre Clint Barton (el verdadero Ojo de Halcón) y Bullseye, o incluso siendo Diggle el guionista, un nuevo encuentro de Bullseye con Daredevil en una situación claramente nueva, en lugar de esto (que tal vez quede para más adelante), Diggle opta por dar una vuelta de tuerca a esa mediocridad que fue Bullseye: Grandes Éxitos, retomando argumentos allí narrados y dándoles una conclusión que ahora sí parece definitiva.
La obra se centra en un Bullseye, que lejos de sentirse atraído por su nueva faceta heroica, y por el halago del público que eso conlleva (pese a que, a su personalidad exhibicionista le encantan los elogios, tener que ocultarse bajo otra mascara no le entusiasma precisamente), sigue siendo un autentico psicópata que tiene que dar rienda suelta a sus instintos criminales para no volverse loco, esto pone en más de un brete a un Osborn que se las ve y se las desea para tapar las barbaridades de un subordinado absolutamente incontrolable, a lo que se une un Ben Urich que empieza a hacerse muchas preguntas sobre el errático comportamiento de este nuevo Ojo de Halcón.
Así las cosas, el principal interés de esta miniserie se centra en lo bien retratado que esta Bullseye, cuyo violento comportamiento no es edulcorado, ni mucho menos justificado, y en la investigación de Urich, que homenajea sin disimulo, a la que en la etapa Miller en Daredevil hiciera sobre el corrupto Winston Cherry, candidato a la alcaldía de Fisk, con resultados por otra parte bastante similares.
Más allá de esto, la trama resulta un tanto ridícula, con un misterioso personaje que parece pretender llevar a la locura (más de lo que ya está, claro) a Bullseye, la identidad de ese personaje y la justificación de cómo está vivo (recurriendo a Solo, un personaje secundario de Spiderman, que no se sabe muy bien que pinta en la historia), resulta pillada por los pelos, y parece estar ahí solo para demostrar lo que es capaz de hacer Bullseye, como si las salvajadas que hace en el primer número no fueran más que suficiente para ello.
En definitiva estamos ante una miniserie tan innecesaria y superflua (al contrario que la de Elektra ni sirve para situar al personaje en el Universo Marvel actual, ya que para eso ya están Los Vengadores Oscuros, ni cuenta nada sobre el mismo que no sepamos ya), como entretenida, algo es algo, pero en otros tiempos cuando este tipo de proyectos se hacían para aportar algo al personaje sobre el que se centraban, un comic como este era poco menos que inimaginable, y es que ¿para qué dedicar una miniserie a un personaje si no vas a contar nada nuevo o relevante sobre el mismo?, para sacar dinero a cuenta del Reinado Oscuro supongo y lo cierto es que al menos conmigo les ha funcionado, maldito sea el completismo.
Al igual que en caso de Elektra antes de entrar en materia conviene contextualizar un poco las cosas para comprender mejor el estatus con el que Bullseye encara esta miniserie; tras el final de Civil War, y ante la ambigüedad moral que se instalo en las fuerzas de seguridad de los EEUU, Norman Osborn fue rehabilitado, y se le puso al frente de los Thunderbolts, grupo que hasta entonces había estado compuesto fundamentalmente por ex-villanos en permanente intento de redención, con Osborn al frente los Thunderbolts se convirtieron en caza-héroe, persiguiendo a todos aquellos superhéroes que se negaban a facilitar su identidad al gobierno y a entrar a formar parte de su programa superhéroico (La Iniciativa), entre los miembros de los Thunderbolts, ocultos a los ojos del público estaban algunos de los villanos más peligrosos de la Tierra, gente como Veneno...o como Bullseye.
Con la promesa de una suculenta paga y la exoneración de sus crímenes a cambio de un año de servicio, Bullseye se convirtió en un destacado miembro de los Thunderbolts de Osborn y en pieza clave para que este se mantuviera en su puesto, por eso, tras el fin de la Invasión Secreta y con Osborn al frente del cotarro, Bullseye fue uno de los invitados por el antiguo Duende Verde para convertirse en uno de sus vengadores...ocultando su identidad bajo la máscara de uno de los Vengadores más importantes de siempre: Ojo de Halcón.
En este contexto se sitúa la miniserie de cinco números, Dark Reign: Hawkeye, recopilada en España por Panini en tan solo dos grapas y que cuenta con los guiones del británico Andy Diggle, actual guionista de Daredevil y los lápices de Tom Raney (Aniquilación Conquista), excepto en su quinto y último número, salido en los USA con varios meses de retraso, y en el que Diggle conto con la colaboración en los guiones del semi desconocido Antony Johnson, mientras que Raney, ocupado en una miniserie sobre el origen de la Viuda Negra, es sustituido por otro ilustre desconocido, Andrés Guinaldo.
Ante una miniserie así uno tal vez podría esperar un enfrentamiento entre Clint Barton (el verdadero Ojo de Halcón) y Bullseye, o incluso siendo Diggle el guionista, un nuevo encuentro de Bullseye con Daredevil en una situación claramente nueva, en lugar de esto (que tal vez quede para más adelante), Diggle opta por dar una vuelta de tuerca a esa mediocridad que fue Bullseye: Grandes Éxitos, retomando argumentos allí narrados y dándoles una conclusión que ahora sí parece definitiva.
La obra se centra en un Bullseye, que lejos de sentirse atraído por su nueva faceta heroica, y por el halago del público que eso conlleva (pese a que, a su personalidad exhibicionista le encantan los elogios, tener que ocultarse bajo otra mascara no le entusiasma precisamente), sigue siendo un autentico psicópata que tiene que dar rienda suelta a sus instintos criminales para no volverse loco, esto pone en más de un brete a un Osborn que se las ve y se las desea para tapar las barbaridades de un subordinado absolutamente incontrolable, a lo que se une un Ben Urich que empieza a hacerse muchas preguntas sobre el errático comportamiento de este nuevo Ojo de Halcón.
Así las cosas, el principal interés de esta miniserie se centra en lo bien retratado que esta Bullseye, cuyo violento comportamiento no es edulcorado, ni mucho menos justificado, y en la investigación de Urich, que homenajea sin disimulo, a la que en la etapa Miller en Daredevil hiciera sobre el corrupto Winston Cherry, candidato a la alcaldía de Fisk, con resultados por otra parte bastante similares.
Más allá de esto, la trama resulta un tanto ridícula, con un misterioso personaje que parece pretender llevar a la locura (más de lo que ya está, claro) a Bullseye, la identidad de ese personaje y la justificación de cómo está vivo (recurriendo a Solo, un personaje secundario de Spiderman, que no se sabe muy bien que pinta en la historia), resulta pillada por los pelos, y parece estar ahí solo para demostrar lo que es capaz de hacer Bullseye, como si las salvajadas que hace en el primer número no fueran más que suficiente para ello.
En definitiva estamos ante una miniserie tan innecesaria y superflua (al contrario que la de Elektra ni sirve para situar al personaje en el Universo Marvel actual, ya que para eso ya están Los Vengadores Oscuros, ni cuenta nada sobre el mismo que no sepamos ya), como entretenida, algo es algo, pero en otros tiempos cuando este tipo de proyectos se hacían para aportar algo al personaje sobre el que se centraban, un comic como este era poco menos que inimaginable, y es que ¿para qué dedicar una miniserie a un personaje si no vas a contar nada nuevo o relevante sobre el mismo?, para sacar dinero a cuenta del Reinado Oscuro supongo y lo cierto es que al menos conmigo les ha funcionado, maldito sea el completismo.
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