viernes, 27 de agosto de 2010

El Daredevil de Ed Brubaker y Michael Lark I.

Primer post de la serie de cuatro dedicados al Daredevil de Brubaker y Lark hoy toca una revisión a los “títulos de crédito” de la etapa y una valoración general de la misma.

Etapa iniciada en el Daredevil volumen II USA (ya fuera del sello Marvel Knights) número 82 (con fecha de portada de Abril de 2006) y finalizada en el Daredevil 500 USA (que correspondería al 120 del segundo volumen americano y que tendría fecha de portada de Octubre de 2009), el comic se ha publicado en España entre los números 12 y 48 del segundo volumen del personaje bajo el sello de Panini (de Febrero de 2007 a Febrero de 2010).

De los 38 números que componen la etapa (más un anual y un especial fuera de colección), Brubaker ha sido el guionista de todos, contando eso si con la colaboración de su amigo Greg Rucka (Gotham Central, Detective Comics...) en los números 107-110 (Mayo-Octubre de 2008), también cabria mencionar que el numero 500 americano trae una historia de complemento con guiones de Nocenti y lápices del vallisoletano David Aja (Iron Fist), más deudor que nunca de Mazzuchelli; por su parte los lápices de la colección han corrido a cargo de Michael Lark (con su inseparable Stefano Gaudiano a las tintas) en 34 de los 38 números , las únicas excepciones han sido los números 88 (con David Aja), 94 (Lee Wecks, un viejo conocido en la colección ya desde la etapa Nocenti en la misma), 106 (Paul Azaceta, cuyo estilo ha sido tal vez el más discordante en una etapa que ha sabido mantener siempre la misma estética) y 116 (de nuevo David Aja, en un numero ambientada en A Costa da Morte gallega), a esto habría que añadir que el 100, como todo especial que se precie contó con la colaboración de diversos artistas, en ese número mientras que Lark dibujo la historia central, las diversas alucinaciones que sufrió el personaje, victima del gas de Mr. Miedo fueron reflejados por artistas como Alex Maleev, John Romita Sr., Marko Djurdjevic, Lee Bermejo y Bill Sienkiewicz.

Señalar por ultimo la labor de ya habitual Matt Hollingsworth al color (aunque los primeros números fueron de Frank D´Amata), mantenido en todo momento la estética fría y oscura tan característica de la colección, y la de los portadistas destacando sobre todo Tommy Lee Edwards, Lee Bermejo y Marko Djurdjevic, los cuales han mantenido la tradición de este segundo volumen (con autores como Quesada, Mack o Maleev) de crear unas portadas llamativas y que permiten a la serie destacar entre la multitud de comics presentes en las estanterías, pero que (al menos en la mayoría de los casos) no son meros pin-ups que nada tienen que ver con lo que luego se va a contar en el comic.

Empezando ya con la etapa en si, lo que esta claro es que tanto Brubaker como Lark lo tenían muy difícil, no solo por que Bendis y Maleev hubieran creado una de las mejores etapas del personaje, no, el “problema” era como habían dejado la colección a sus sustitutos, con Matt en la cárcel y con su identidad secreta en boca de todo el mundo; esta situación de partida, tan estimulante como compleja fue la base de la que partieron Brubaker y Lark para crear la que probablemente sea su mejor saga en la colección, “El diablo en la galería-D”, donde Brubaker supo tratar al personaje como luego no fue capaz en el resto de la etapa.

Esta primera saga introduce ya alguna de las claves de lo que será la etapa, Matt siempre el limite, sin ningún momento de respiro, puesto contra las cuerdas tanto por sus propios actos como por lo de sus enemigos, sin embargo solo en esta primer saga nos encontramos en el Matt que todos conocemos, el Matt inteligente, fuerte, lleno de recursos, que se cae, si, pero que siempre, siempre se levanta, Brubaker pronto pareció olvidarse de quien era Matt, transformándolo a lo largo de su etapa en un personaje débil, de pocos recursos, insoportablemente lacrimógeno, y egoísta en extremo, y es que si bien el personaje siempre ha tenido un punto de egoísmo que ha configurado su personalidad, en manos de Brubaker se convierte en un autentico cabrón; y es que salvo en la primera saga, Brubaker dejo bien claro que nunca termino de comprender al personaje.

Esto es curioso, porque en contraste, Brubaker, si manejo de manera brillante el entorno y secundarios de la serie, retratando magníficamente a Foggy Nelson, aquí más guía y apoyo que nunca para Matt, rescatando del olvido a Becky Blake, antigua ayudante del dúo y ahora tornada en abogada y socia de Matt y Foggy, recuperando de una miniserie olvidada a Dakota North, detective privada de contrastada solvencia, personaje clave en la etapa y probablemente la principal aportación de Brubaker a la mitología del cuernecitos dado el potencial y el carisma del personaje; este afán nostálgico que tan buen resultado estaba teniendo llevo también a recuperar a Turk, aunque perdiendo esa vena humorística que tenía el personaje en al etapa Miller, además de estas recuperaciones, Brubaker uso clásicos en las serie como Ben Urich o Kingpin (al que manejo con maestría) a parte de recurrir a aliados como Danny Rand (cuya presencia en la serie fue clave para el lanzamiento de la colección Iron Fist), Tigre Blanco, o redefinir a personajes ajenos como Tarántula Negra (de nuevo como Kingpin proveniente del entorno de Spiderman) que se convertiría en un aliado vital de Daredevil, también crearía personajes de interés como el Maestro Izo (maestro de Stick) o Lady Bullseye (una peligrosa ninja asociada a La Mano y admiradora enfermiza de Bullseye), manejando con oficio e inteligencia un volumen de secundarios no muy habitual en la serie.

En general y como decía, Brubaker supo controlar el entorno del personaje (aunque no pudo evitar caer en tópicos ya excesivos como el trágico destino de Milla Donovan, esposa de Matt, y que se une a la excesivamente larga lista de parejas de Matt con destinos indeseables), el tono de al serie (mezcla entre genero negro y superhéroes, siempre en su propio microcosmos dentro del Universo Marvel), y hasta el ritmo (lento, si, pero sabía mantener el interés), es una lastima que con todos estos factores a su favor, no supiera llevar ni entender al personaje principal, haciendo que el balance global no pueda ser positivo.

Vista en su conjunto la etapa se puede dividir claramente en tres fases, la primera que se compondría básicamente de las dos primeras sagas, carga con la herencia de Bendis y Maleev, y lo que se trata sobre todo es de meter el genio de nuevo en la botella, lo que se consigue con un Deux-Ex Machina en toda regla, pero al menos bien llevado, en la segunda, que abarcaría las siguientes dos sagas, Brubaker libre ya de la herencia de Bendis busca su propio camino y lo hace tratando de revitalizar un villano, Mr. Miedo en su encarnación de Larry Cranston, que ni necesitaba esa revitalizacion (ya acometida de manera bastante brillante en su momento por Joe Kelly), ni desde luego necesita ser otro Hombre Púrpura, ya que básicamente lo que viene a hacer Brubaker es lo mismo que con ese villano hiciera Bendis en la magnifica Alias, la tercera y última fase, tras el interludio que supone la saga con Rucka (sin duda y después de la primera, la mejor de la etapa), abarca las dos últimas sagas, y en ellas cambia radicalmente el estatus del personaje, aprovechando para ello lo que se había construyendo en los números anteriores, para dejar una nueva “patata caliente” a su sucesor Andy Diggle, que suponemos tendrá que meter de nuevo el genio en la botella.

Hablando por ultimo, y aunque sea brevemente de Michael Lark, la verdad es que en este caso si supo manejar a la perfección todos los elementos de la serie, siendo un sustituto más que digno para el gran Alex Maleev, su estilo cargado de luces y sombras y con enorme habilidad narrativa encontró en Daredevil un vehículo de expresión ideal para su forma de concebir el comic, siendo este la clase de dibujantes que el tono característico en la serie, desde hace tantos años ya, requiere.

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